ÉTICA Y SALUD MENTAL.

Probablemente te ha llamado la atención este artículo creyendo que  se abordarán aspectos éticos relacionados con el tratamiento de problemas de  salud mental y no es así, el presente artículo pretende ponerte en la perspectiva de la enfermedad mental y su relación con dilemas éticos que dan como resultado conflictos y trastornos mentales. No se desestima la relación de cualquier campo del conocimiento con la filosofía y lo que aquí se abordará es la relación entre el campo filosófico del estudio de la conducta humana y el campo científico del estudio de la conducta humana y cómo podemos prevenir enfermedades mentales desde la educación y la correcta intromisión de la ética desde la infancia.

Vayamos al origen de esta visión. La ética en su etimología proviene de ethos que significa morada, lugar donde se vive y que terminó por señalar el carácter o modo de ser de los seres humanos. Como disciplina filosófica, la ética se encarga de revisar la conducta humana y cuestionarla, la moral la califica como buena o mala según la época en la que se vive y según el análisis al que sea sometido determinado comportamiento. Como puedes ver, en los cimientos, es la ética quien nos respalda para ir a lo largo del tiempo y bajo las diferentes formas de educación, con un estilo formativo y coherente por la vida, quien da las pautas para un buen vivir, con calidad, en armonía con los demás y el medio ambiente y en la libertad para actuar y crear.

Ahora bien, la ética se apoya de otras disciplinas filosóficas para poder hacer sus cuestionamientos y análisis, una de las más importantes lo es la axiología, disciplina filosófica que se encarga del estudio de los valores que en su sentido más profundo contiene las creencias internas determinantes para conducirse en la vida y otorgarle dignidad al ser humano. El hombre, de forma natural da valor a cosas, situaciones, experiencias, estados internos y externos, etc. La variabilidad de los valores en los seres humanos tiene diversas fuentes entre las que te puedo mencionar: el momento histórico, la ubicación geográfica, la educación formal e informal, sin minimizar la libertad y las tendencias de visión determinadas por nuestros genes.

Tocando el aspecto educativo, es fácil ver cómo la sociedad, padres, maestros y otros, nos filtran sus propias creencias, sus propios juicios de valor y en muchas ocasiones valoramos cosas que no analizamos, que no corresponden con nuestra forma de ser o nuestro estilo y nos obligamos sin darnos cuenta, a cumplir y vivir en valores que nos angustian. Cosas tan efímeras como el status, la moda, los últimos modelos, la imagen, las redes sociales entre otras, son capaces incluso, de coartar la libertad personal y someter al ser humano a conflictos internos que pueden lastimar su calidad de vida y su salud física y mental. Es, hasta este momento, donde doy el primer “toque” relacional entre la ética y la salud mental.

Una perspectiva básica y determinante de la ética es verla como aquella disciplina que nos apoya para encarar la vida, elegir y formarnos el carácter y con ello, darnos las agallas para enfrentar la misma y vivirla sin culpa y sin miedo o con la administración correcta de los miedos, especialmente sin miedo  a hacer lo correcto, es decir, con plenitud. Entonces, una persona con ética regulada, será una persona que ha sometido a cuestionamiento sus valores, sus creencias, sus juicios, que ha aprendido a elegir y a responsabilizarse totalmente de sus elecciones y ha aprendido a vivir  en convivencia sana y armoniosa con los demás seres humanos y el ambiente. ¿Suena ambicioso? En nuestro medio es muy triste ver como la educación pareciera ser que de alguna forma se centra en la decepción de todo aquello que podría ser posible, que nos hace adoptar la pérdida y la desilusión como parte de un continuo en el entorno; así vemos como niños y adolescentes son profundamente lastimados por sus ideas e ideales y llegan a la etapa adulta habiendo enterrado sus más creativos anhelos de vida feliz y regulada. Sé observador, atrévete y mira como muchas de las cosas que enfrentas están diseñadas para que solo las aceptes sin cuestionamientos, otras para hacer normal, asequible y cotidiano lo que lastima la dignidad humana y su derecho a la libertad y a ser feliz.

En un medio ideal, la ética nos bastaría para ser mejores personas, buenos padres, educadores de calidad y que las vulnerabilidades de nuestro mundo interno, incluido el bioquímico, no despertaran de forma brusca y con tanto malestar. ¿Aún no lo ves? Te ayudo.

La salud mental no es sólo la ausencia de trastornos mentales. Se define como un estado de bienestar en el cual el individuo es consciente de sus propias capacidades, puede afrontar las tensiones normales de la vida, puede trabajar de forma productiva y fructífera y es capaz de hacer una contribución a su comunidad. Este concepto tan abusado en los últimos tiempos, el de la conciencia, pareciera ser el punto de inflexión entre la salud y la enfermedad mentales donde también podemos definir a la referida enfermedad mental como un término muy amplio que agrupa a varios tipos de trastornos. Es una alteración de tipo emocional, cognitivo y / o del comportamiento, en que quedan afectados procesos psicológicos básicos como son la emoción, la motivación, la cognición, la conciencia, la conducta, la percepción, la sensación, el aprendizaje, el lenguaje, etc.

En  conclusión,  “MUCHAS  DE   LAS  ENFERMEDADES  MENTALES  SON,  EN  EL FONDO, UN PROBLEMA ÉTICO”, ya sea por conflicto de valores, por dilemas éticos, por dificultades entre el ser y el  deber ser, por incongruencia axiológica o por la “sencilla” dificultad de someter a análisis y cuestionamiento nuestras propias enseñanzas y las reglas morales que  nos definen. La corriente psicológica cognitiva asume que los problemas de salud mental tienen un trasfondo educativo o de la forma de aprender e instalar información, aunado a la vulnerabilidad personal y a la calidad de las experiencias vividas (perspectiva bio-psico-social) y desde esta convicción ofrece el tratamiento que apoye a las personas que sufren de algún trastorno mental para replantear y reeducar sus propias bases y sus caminos de resolución interna y externa a fin, de conseguir una mejor calidad de vida y alcanzar la salud mental perdida. Todo esto ¿a dónde nos conduce? a una cosmovisión más completa de la comprensión de la conducta humana y sus dificultades y enfermedades mentales y a replantear nuestro quehacer personal y profesional desde el o los papeles que tenemos dentro de  la sociedad.

A los padres o a los que desean serlo, comprender este cúmulo de verdades les apoyaría para trabajar de forma más consciente en la educación de sus hijos, en la congruencia personal, la de pareja y la padres así como en la congruencia formativa. Preguntarse continuamente ¿qué quiero para mis hijos?, ¿cómo lo quiero?, ¿por qué lo quiero así?, ¿cómo voy a dar ejemplo de eso que quiero que ellos aprendan y vivan? Serán algunos de los ejes por los que camine la formación de tus hijos, recordando que vivimos una época en donde pretender que los hijos hagan o piensen como queremos solo porque lo queremos ya no  es posible; los mismos tiempos nos llaman a ser más inteligentes, a dar explicaciones desde la ética, a indicarles para qué y no por qué y a desarrollar  su capacidad de discernimiento y cuestionamiento para educar en la libertad.

Como individuo entérate que ya no hay más razones ni pretextos para no atender tus dolores e inconformidades internas, y ya no hay razones por las cuales ir por la vida actuando de forma inconsciente, sin reparar y parar para cuestionar todo nuestro esquema de valores, rehaciendo y generando todo lo que sea necesario para alcanzar nuestro máximo propósito de bienestar y felicidad aunado al único propósito humano posible: servir y generar para el bien común. Otra información importante también es reconocer que ya no es viable andar por la vida enojados, malhumorados, con amarguras, tristezas, miedos, evitaciones y haciendo depósitos de culpas por doquier. Ni la ética ni la psicología contemplan la responsabilidad compartida del sufrimiento y el malestar, si bien, ambas entienden y reconocen que las experiencias vividas determinaron posturas y reacciones actuales, no es posible pretender que quien te dañó te repare el daño, habrás de ser tú y solo tú el reparador de tu mundo interno y externo y recobrar así la salud primero y enseguida la libertad.

Si tienes el privilegio de ser maestro o ser agente  formativo de cualquier área, la ética será de ahora en adelante el centro de tu labor, no importando si la materia aparentemente no se relaciona, como matemáticas, física, teoría de la neurosis, análisis de mercados, economía, sociología, análisis económico y financiero, operaciones y procesos empresariales, psicofarmacología, desarrollo infantil y todas las demás asignaturas y campos del conocimiento; recuerda que, como lo has constatado hoy, la ética nos da elementos para forjar el carácter y conseguir de forma más cierta la plenitud, visto así, tu asignatura deberá presentar a tus alumnos la forma de aplicarla de forma intachable, deberá apoyarle a formar el carácter y deberá mostrarle la forma en la que, a través de la misma, puede encontrar un camino al bienestar propio y de los demás ayudando además con tu cátedra a desarrollar valores universales que den claridad en el camino a tus alumnos y enseñarles a lidiar con los antivalores a los que se enfrentan por sus mismas actividades cotidianas y por el entorno en el que viven. Como puedes ver maestro, tu labor no es menor ni relativa sino fundamental y de vital importancia para el bienestar físico, social, emocional, de proyecto de vida y de corresponsabilidad humana. Sé coherente, honesto, firme, congruente y sé el primero que ofrezca a sus alumnos la oportunidad con tu materia de cuestionarse a sí mismo, a ti, al campo de estudio que le compartes para desarrollar en ellos la tan anhelada creatividad, autoestima y empoderamiento ético para vivir.

A mis queridos psicólogos y psicoterapeutas les comparto que, cuando se descubren estas verdades tan fundamentales podemos  centrar nuestro trabajo  y dar las herramientas adecuadas y suficientes primero para que la consciencia dormida de tu paciente vaya despertando, y al despertar, que su espíritu creativo nato y tu empatía y acompañamiento profesional les apoye en replantear los aprendizajes que les conflictúan y enferman para discernir y elegir lo que funciona y lo que no, lo que es válido y lo que no y los lleves a entrar en una visión del mundo y de los demás más adaptativa y saludable. Con este mensaje no pretendo reducir la labor del psicólogo clínico o psicoterapeuta, se pretende por el contrario, generar la relación para valorar el entrenamiento que un profesional de esta área tiene al ayudar a resolver las diferentes manifestaciones que la angustia y el conflicto derivados de la falta de conciencia y de aprendizajes inadecuados puede generar en el individuo y en la sociedad como algo básico pero determinante ya que, cuando se vive una enfermedad mental la solución de ningún modo es simple ni de corto plazo, requiere de ti el conjunto de conocimientos pero también las habilidades, sentido clínico, respeto y dignidad de la humanidad del otro, así como firmeza y seguridad personal o profesional para la correcta guía y tratamiento basados en especificidad y diseño también consciente por parte del profesional que deseará ante todo, que su paciente vuele, que sea funcional, que toque y viva otra realidad posible y que su conciencia ahora despierta sea su mejor maestro y su gran guía para una vida ética y plena. La ética como eje sobre el que gira tu propia humanidad y tu profesión es un paradigma necesario en los tiempos de la charlatanería, la pseudopráctica profesional y la  diversificación que confunde, ataca la  profesión y promueve status de comodidad para muchos profesionales del área que prefieren una práctica básica y poco profesional que aventurarse desde el carácter, la seguridad y la madurez profesional para ser los profesionales de la salud mental que esta crisis de conciencia ética demanda en la actualidad.

Este artículo carecería de completud y justicia inclusiva si no abarcamos al ámbito laboral donde la pugna por la razón es un tema cotidiano de trabajadores, estudiantes, patrones, proveedores, clientes, departamento de recursos humanos y demás actores. En este ámbito podríamos simplificar el mensaje en lo siguiente: Una empresa ética solicitará trabajadores éticos, un trabajador ético se sentirá satisfecho, pleno y seguro de pertenecer a una empresa donde la ética es la brújula y la guía. Sin perder el punto a tratar de este escrito y dejando para un tratado próximo la ética laboral o la ética empresarial, entendamos que un trabajo digno alienta la dignidad de vida y la plenitud, por lo tanto tiende a reducir el estado interno de conflicto; esta dignidad incluye ingresos suficientes, ambiente saludable y honesto, productos y mercancías que satisfagan necesidades loables de las personas y la sociedad y que como consecuencia no promueva angustia a ninguno de sus miembros. Visto desde aquí, el trabajo o la actividad laboral habrá de ser promotora de salud mental integral al promover sentido ético y madurez sin olvidar que, un trabajo digno requiere de quien lo demanda compromiso, congruencia, honestidad, respeto entre otros valores que en sí mismos promueven la ética básica. Una persona que ha desarrollado estos valores desde la conciencia y convicción (no por moral impuesta), será un trabajador de excelencia y cotizará mejor sus servicios  por la certeza que su ejercicio laboral-profesional da a la empresa y al bien común.

Nunca como hoy, será menester que ambas disciplinas se retroalimenten y nutran la salud integral del ser humano y sean juntas el faro para retomar un comportamiento humano pleno, convencido, que aliente y permita el sentido crítico, la razón, la capacidad de discernimiento sin apego cómodo a la simpleza del juicio sin compromiso en la conducta o al menor esfuerzo, sin que atienda solo a priorizaciones hedónicas sin reflexión en la afectación a los demás y que proporcione lucidez de la práctica psicológica genuinamente profesional sin  apego a pseudotratamientos porque, cuando el profesional de la salud mental comprenda que su paciente muy probablemente tenga en el fondo un conflicto ético en la base, dejará de apelar a las practicas psicológicas irresponsables o mágicas y dará pautas de tratamiento responsables, científicas y humanas.

De lo general a lo concreto, la ética es la estrategia básica que guía el buen vivir y el bien estar, nos da la pauta para ser humanos dignos de nuestra especie, la psicología clínica contiene el conjunto de herramientas que requiere la estrategia y el ser humano el blanco creativo donde se materializa todo este conjunto de conocimientos y verdades inalienables que pretenden integradas, que el ser humano sea libre, digno, creativo, maduro y responsable.

  

Mtra. Vicky Rentería García.